Nuestros ancestros no solo tuvieron sexo con neandertales, sino también otras especies

Mujer neandertal. /Pinterest

Raramente la imagen de nuestros primos los neandertales nos resulta atractiva: los museos los retratan con un aspecto mucho más simiesco que el nuestros y para Hollywood son bastos gruñones, en comparación con los sofisticados Homo Sapiens. Según sus cráneos, deducimos que sus caras eran anchas, sus barbillas diminutas y sus cejas prominentes. Pero parece que, al menos a nuestros antepasados más lejanos, este aspecto rudo les hacía tilín. Hay multitud de estudios que evidencian que el Homo sapiens tuvo mucho sexo con el Homo neanderthalensis: los genes de neanderthal suponen entre el 1% y el 4ª del genoma de personas desde Gran Bretaña hasta Japón o Colombia.

Pero no solo con ellos. El ADN de otro primate similar al humano, los Denisovanos, también asoma en el genoma de personas de hoy en día. Un molar y un trozo de hueso meñique encontrado en una cueva de Siberia proporcionan la poca información que tenemos sobre esta especie. El ADN extraído de los fragmentos reveló previamente la cría de especies cruzadas. Sin embargo, un nuevo estudio en la revista Cell muestra los humanos que viajaron por el sur de Asia se aparearon también con un grupo separado de denisovanos.

Los humanos y los neandertales se dividieron en grupos separados hace 765.000 años. Los denisovanos y los neandertales, que tuvieron affairs en su momento, eran primos más cercanos que se separaron más recientemente y luego desaparecieron, tal vez porque absorbimos sus linajes.

El el nuevo estudio, realizado por científico de la Universidad de Washington (EE.UU.), se examinaron más de 5.500 genomas de humanos modernos de Europa, Asia y Oceanía, buscando cualquier posible ADN arcaico. Para ello las compararon con las secuencias de Denisovan y Neanderthal, conocidas a partir de muestras en las montañas Altai de Siberia. Todos los grupos estudiados, desde los británicos y los bengalíes hasta los peruanos y los puertorriqueños, paecían tener antepasados en los neandertales de Altai. Y algunas poblaciones también tenían un grupo que coincidía con el denisovano de Altai, particularmente, los asiáticos orientales.

La sorpresa fue un tercer cúmulo, solo parcialmente parecido a los Denisovans de Altai. Los autores plantean la hipótesis de que, a medida que los humanos ancestrales migraron hacia el este, se encontraron con dos poblaciones diferentes de Denisovan. Una, hacia el norte, aparece en personas de China, Japón y Vietnam; los restos de la otra, principalmente en el sudeste asiático. Los investigadores afirman que no sería una sorpresa encontrar más mezcla genética, teniendo en cuenta la amplia gama de grupos arcaicos que habitaron Eurasia.

Según otro trabajo publicado en la misma revista en febrero del año pasado, los encuentros sexuales con neandertales son responsables de una serie de variaciones de la expresión génica de los humanos modernos, que afectan a la variación fenotípica humana y a la propensión a las enfermedades. En los europeos, esta herencia les ha hecho más altos y menos propensos a enfermedades como la esquizofrenia o el lupus

Beatriz de Vera

Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma


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