Los cultivos más antiguos del África están ¿en el desierto del Sahara?

Pixabay
Hace unos 10.000 años, durante el Holoceno temprano, la región del Sahara lucía muy diferente a cómo se ve ahora. En vez de un árido desierto, se cree que la zona era exuberante y fértil, cubierta de vegetación y lagos. Un periodo conocido como el Período Húmedo Africano.
Ahora, de acuerdo a una investigación publicada en Nature Plants, este clima ayudó a que los humanos prosperasen, incluso cultivando y almacenando granos silvestres. Este descubrimiento es la evidencia más temprana del cultivo de semillas de cereales en África.
Durante este tiempo, un lugar ahora conocido como el refugio rocoso de Takarkori era frecuentado por cazadores-recolectores humanos. Investigadores de la Universidad de Huddersfield y de la Universidad de Módena y Reggio Emilia encontraron más de 200,000 semillas de cereales en pequeñas concentraciones circulares, lo que indica que aquellos cazadores-recolectores de Takarkori practicaron una forma temprana de agricultura: cultivaban y almacenaba las cosechas.
(Mercuri et al., Nature Plants, 2018)
Además, estas eran plantas silvestres, más parecidas a plantas que hoy consideraríamos malas hierbas que cultivos domesticados. Estas plantas florecen en ambientes humanos debido a su preferencia por suelos alterados, y son altamente adaptables y agresivas, haciéndolas invasoras efectivas en entornos agrícolas.
Estos rasgos, de acuerdo con los investigadores, hubieran sido mucho más deseables para los cazadores-recolectores, al menos parcialmente porque podrían adaptarse para sobrevivir en condiciones ambientales cambiantes. "Presentamos la primera evidencia de que las sociedades no agrícolas seleccionaron las plantas por rasgos que se superponen en un grado considerable con los rasgos que son característicos de las plantas que ahora se consideran malas hierbas", escribieron los investigadores en su artículo.
Los investigadores descubrieron 30 depósitos de semillas en el sitio, que consisten principalmente en cereales silvestres, una fuerte indicación de que las semillas se utilizaron para la alimentación. Las semillas consistían principalmente en varios tipos de pasto, y mostraban evidencia de trilla y aventamiento, así como también se usaban para alimentar animales.
Las semillas eran en su mayoría de un tipo que no germinan hasta la siguiente temporada, lo cual las hace aptas para el almacenamiento. Esto está en contraste directo con los cultivos domesticados, muchos de los cuales han reducido en gran medida la latencia de las semillas. Por otro lado, algunas de las semillas mostraron diferencias morfológicas en comparación con las formas de semillas más comunes. Esto, sugieren los investigadores, muestra que las plantas se estaban cultivando. Cambios forzados por la selección humana sin causar la domesticación, se han visto también en China y Siria.
Pensando en el futuro
De acuerdo a los científicos, este descubrimiento podría ayudar en los esfuerzos de supervivencia de la humanidad en el futuro. Los rasgos de las malas hierbas en las plantas comestibles podrían ser indispensables en un mundo que está cambiando irrevocablemente.
"El mismo comportamiento que permitió a estas plantas sobrevivir en un entorno cambiante en un pasado remoto las convierte en las candidatas más probables como recursos básicos en un futuro próximo de calentamiento global", escribieron los investigadores. "Nuestra investigación sugiere que, de forma similar a los recolectores modernos, debemos prestar una atención renovada a estas plantas con la esperanza de encontrar respuestas innovadoras para hacer frente a la desertificación y la pérdida de biodiversidad".
Debido a que el África es un territorio poco explorado por la ciencia, cada vez encontramos más cosas valiosas. Recientemente se informó de un “super cereal” llamado fonio, que no tiene gluten, tiene cuatro veces la proteína, tres veces la fibra y casi el doble de hierro que el arroz integral, además de un índice glucémico bajo. Por otro lado, necesita muy poca agua para crecer, se puede cosechar tres veces al año y su extenso sistema de raíces ayuda a combatir la erosión del suelo.
Victor Román
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.
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