Demi Lovato admite recaída y muestra lo difícil que es curarse de una adicción

Wikimedia Commons
La estrella pop Demi Lovato ha publicado el día de ayer domingo en Instagram un comunicado en el que agradece a sus fans por el apoyo y donde aclara que la sobredosis que sufrió no fue de heroína como se especuló en el inicio, sino por cocaína.
"Siempre fui transparente sobre la adicción que tengo. Lo que he aprendido es que esta enfermedad no desaparece, es algo con lo que tengo que luchar", dijo la cantante en la red social, recordando que ya lleva tiempo luchando contra la adicción a las drogas, el alcoholismo y desórdenes alimenticios.
La lucha de Lovato contra la adicción es un recordatorio de un problema más grande que afecta a la sociedad, y que no siempre tiene notoriedad porque la mayoría de las personas que sufre este mal carecen de fama.
¿Qué es una adicción?
La palabra "adicción" proviene del latín que significa "esclavizado por" o "obligado a", y la explicación queda clara a la luz de los casos que conocemos. La adicción ejerce una influencia larga y poderosa en el cerebro que se manifiesta de tres maneras distintas: anhelo por el objeto de la adicción, pérdida de control sobre su uso y participación continuada a pesar de las consecuencias adversas.
En la década de 1930, cuando los investigadores comenzaron a investigar qué causaba el comportamiento adictivo, creían que las personas que desarrollaban adicciones tenían de alguna manera defectos morales o carecían de fuerza de voluntad. La superación de la adicción, creían, implica castigar a los malhechores o, alternativamente, alentarlos a reunir la voluntad de romper un hábito.
El consenso científico ha cambiado desde entonces. Hoy la adicción se reconoce como una enfermedad crónica que cambia tanto la estructura como la función del cerebro. “Así como la enfermedad cardiovascular daña el corazón y la diabetes afecta el páncreas, la adicción secuestra el cerebro”, dice el Harvard Mental Health.
Además, ahora se sabe que no solo las drogas o el alcohol pueden provocar adicción. Las tecnologías de neuroimágenes y las investigaciones más recientes han demostrado que ciertas actividades placenteras, como las apuestas, la pornografía, las compras y el sexo, también pueden secuestrar el cerebro. Aunque las sustancias y acciones son distintas, el proceso cerebral subyacente es el mismo.
¿Por qué ocurre?
Aunque existe una predisposición genética (esta constituye entre el 40% y el 60% de acuerdo a estudios con gemelos y personas que fueron adoptadas), el comportamiento también desempeña un papel clave especialmente cuando se trata de reforzar un hábito.
El cerebro registra todos los placeres de la misma manera, ya sea que se originen con una droga psicoactiva, una recompensa monetaria, un encuentro sexual o una comida satisfactoria. Todas liberan un neurotransmisor llamado dopamina en el núcleo accumbens, un grupo de células nerviosas que se encuentran debajo de la corteza cerebral.
La liberación de dopamina en el núcleo accumbens está tan relacionada con el placer que los neurocientíficos se refieren a la región como el centro de placer del cerebro. Y las drogas adictivas proporcionan un atajo al sistema de recompensa del cerebro al inundar esta zona con dopamina. Luego, el hipocampo establece recuerdos de este rápido sentido de satisfacción, y la amígdala crea una respuesta condicionada a ciertos estímulos.
Sistema de recompensad del cerebro que incluye el nucleo accumbens, la amigdala, el hipocampo y el cortex
Harvard Medical School
Todas las drogas duras, desde la nicotina a la heroína, causan una oleada particularmente fuerte de dopamina en el núcleo accumbens. La probabilidad de que una sustancia o una actividad conduzcan a la adicción está directamente relacionada con la velocidad con la que promueve la liberación de dopamina, la intensidad de esa liberación y la fiabilidad de esa liberación.
Aún más, el contexto o la forma en como la droga sea consumida puede influir en la probabilidad de que conduzca a la adicción. Por ejemplo, fumar una sustancia o inyectarla por vía intravenosa, en vez de tragarla en una pastilla generalmente produce una señal de dopamina más rápida y fuerte, y es más probable que conduzca al uso indebido de drogas. Esto se debe a que la dopamina no solo contribuye a la experiencia del placer, sino que también desempeña un papel en el aprendizaje y la memoria, dos elementos clave en la transición de gusto a adicción.
De acuerdo con la teoría actual sobre la adicción, la dopamina interactúa con otro neurotransmisor, el glutamato, para controlar el sistema cerebral de aprendizaje relacionado con la recompensa. Este sistema tiene un papel importante en el mantenimiento de la vida porque vincula las actividades necesarias para la supervivencia humana con el placer y la recompensa. El circuito de recompensa en el cerebro incluye áreas relacionadas con la motivación y la memoria, así como con el placer. Las sustancias y los comportamientos adictivos estimulan el mismo circuito y luego lo sobrecargan.
El cerebro comienza a cambiar
La exposición repetida a una sustancia o comportamiento adictivo hace que las células nerviosas del núcleo accumbens y la corteza prefrontal (el área del cerebro involucrada en la planificación y ejecución de tareas) se comuniquen de tal manera que relacionen el “querer” con el “necesitar”. Es decir, este proceso nos motiva a actuar para buscar la fuente del placer.
Eventualmente el cerebro se adapta de manera que hace que la sustancia o actividad solicitada sea menos placentera. Esto se debe a que en la naturaleza, las recompensas generalmente vienen solo con tiempo y esfuerzo, pero las drogas y los comportamientos adictivos proporcionan un atajo, inundan el cerebro con dopamina y otros neurotransmisores. Nuestros cerebros no tienen una manera fácil de resistir el ataque.
Las drogas adictivas, por ejemplo, pueden liberar de dos a diez veces la cantidad de dopamina que producen las recompensas naturales, y lo hacen de manera más rápida y confiable. En una persona que se vuelve adicta, los receptores cerebrales se sienten abrumados. El cerebro responde produciendo menos dopamina o eliminando los receptores de dopamina.
Como resultado de estas adaptaciones, la dopamina tiene menos impacto en el centro de recompensa del cerebro. Por eso, las personas que desarrollan una adicción usualmente sienten que la sustancia deseada ya no les brinda tanto placer. Deben consumir más para obtener la misma dopamina. Sus cerebros se han adaptado, a este efecto se le conoce como tolerancia.
La pérdida de control y las recaídas
En este punto, la compulsión toma el control. El placer asociado con una droga adictiva o comportamiento disminuye, y sin embargo persiste el recuerdo y la necesidad de recrearlo. “Es como si la maquinaria normal de la motivación ya no funcionara”, dice el artículo.
El proceso de aprendizaje mencionado anteriormente también entra en juego. El hipocampo y la amígdala almacenan información sobre señales ambientales asociadas con la sustancia deseada, de modo que pueda localizarse nuevamente. Luego estos recuerdos hacen que la persona tenga un anhelo intenso cada vez que se encuentre una situación que los retraiga.
Por ejemplo, una persona adicta a la marihuana puede estar en peligro de recaída cuando está en una fiesta, o una persona alcohólica puede recaer al ver una botella de whiskey. El aprendizaje condicionado ayuda a explicar por qué las personas que desarrollan una adicción corren el riesgo de recaer incluso después de años de abstinencia. Esto es lo que al parecer, le pasó a la famosa cantante.
A pesar de todo, la recuperación es posible
Debido a que la adicción se aprende y se almacena en el cerebro como memoria, la recuperación es un proceso lento en el que la influencia de esos recuerdos disminuye. Por eso, entre el 40% y 60% de las personas con adicción experimenta al menos una recaída después de una recuperación inicial. Si bien esto puede parecer desalentador, la tasa de recaída es similar a la de otras enfermedades crónicas, como la hipertensión y el asma, donde entre el 50% y el 70% de las personas experimentan cada año una recurrencia de síntomas lo suficientemente importantes como para requerir intervención médica.
Afortunadamente, existen varios tratamientos efectivos para la adicción, que generalmente combinan estrategias de autoayuda, psicoterapia y rehabilitación. Para algunos tipos de adicciones, los medicamentos también pueden ayudar.
El plan exacto varía según la naturaleza de la adicción, pero todos los tratamientos están destinados a ayudar a las personas a desaprender sus adicciones mientras adoptan estrategias de afrontamiento más sanas: un verdadero programa de recuperación basado en el cerebro.
Victor Román
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.
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