China hace realidad un capítulo de Black Mirror: un sistema que vigilia y puntúa a sus ciudadanos ya funciona en algunas ciudades

Fotograma de 'Nosedive'. /IMDB
Nosedive, el primer episodio de la tercera temporada de Black Mirror muestra una sociedad obsesionada con calificar a las personas: la posición, que se determina en función de lo agradable o incomoda que haya sido la interactuación con otros, tiene un máximo de cinco estrellas y determina el nivel social, económico y por supuesto personal. A mayor puntuación, mejor acceso a un ascenso en la escala social, con actuaciones prácticas, como descuentos en el alquiler.
Esta terrorífica sociedad que nos describe la serie británica no está tan lejos. El gobierno de China ha anunciado que está un paso más cerca de implementar su sistema de reconocimiento ciudadano y puntaje social, denominado Sistema de Crédito Social, que funciona en esencia del mismo modo que el de la ficción, un método que parece el hijo malvado de Instagram y Tripadvisor. Al que en Nosedive, tendrá un ranking individual para cada persona que se relaciona de forma directa con su información privada.
Incluirá a los 1.4 mil millones de personas que viven en China y se lanzará en 2020. El servicio les habiltará distintos productos y servicios, que dependerán de cada calificación, y aquellos que tengan un promedio alto podrán acceder a tratamiento VIP en aeropuertos, descuentos en hoteles, alquiler de autos y prioridad en becas universitarias, según un comunicado del gobierno chino.
Se trata de un gigantesco experimento de ingeniería social que algunos han denominado la "gamificación de la confianza". El proyecto, que se ha estado uniendo lentamente durante más de una década, se trata de asignar un puntaje de confianza individual a todos los ciudadanos, y también a las empresas. De acuerdo con el Partido Comunista de China, el sistema "permitirá que los confiables vaguen libremente bajo el cielo y dificulten que los desacreditados den un solo paso".
El Gran Hermano te vigila
Para lograrlo, el sistema recuerda a una distopía algo más antigua: el Gran Hermano que describió George Orwell en 1984. El sistema aprovechará el inmenso alcance de la infraestructura tecnológica de China: unos 200 millones de cámaras CCTV, según un informe del Corresponsal de Asuntos Exteriores de Australia. "Esta es una forma potencialmente totalmente nueva para que el gobierno administre la economía y la sociedad", dijo el economista Martin Chorzempa del Instituto Peterson de Economía Internacional al The New York Times en julio.
Aunque faltan menos de dos años para su presentación oficial, las pruebas piloto se desarrollan en Shanghái desde el 2010. En los programas piloto, a los ciudadanos se les asigna un puntaje numérico. Para actos personales y sociales positivos, como pagar facturas a tiempo, participar en actividades benéficas y clasificar adecuadamente su reciclaje, los ciudadanos obtienen un puntaje elevado, lo que les da acceso a beneficios, como mejores facilidades de crédito, transporte público más barato e incluso más corto. tiempos de espera para servicios hospitalarios.
Pero las personas que rompen las reglas (que paguen sus facturas con retraso, o fumen donde está prohibido) serán castigadas: cada infracción supone una rebaja en la puntuación que puede traducirse en sanciones financieras e incluso restricciones de viaje. La primera dictadura digital de la historia. Por ahora, la primera víctima de esta distopía ha sido un periodista, que fue discriminado de un vuelo por estar en una “lista negra” del gobierno por publicar tuits en desacuerdo con ciertas medidas.
Los individuos no son los únicos sujetos a esta gamificación. También lo son las compañías dentro de China, pero también las empresas que están fuera de ella, con aerolíneas internacionales que ya sienten los aspectos coercitivos del polémico sistema, que algunos temen que pueda "interferir directamente en la soberanía de otras naciones". “El gobierno y las personas detrás de este plan quieren ir hasta lo más profundo del comportamiento de los ciudadanos para obtener benficios y poder moldear su comportamiento”, aseguró Ken Dewoskin, un experto en políticas cultrales y económicas de China. A pesar de la preocupación internacional sobre la implementación de este sistema, China ratificó su interés en llevar adelante esta locura de ciencia ficción.
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