Mitos sobre la testosterona: ni te hace más agresivo ni influye en tus erecciones

Pixnio
La investigación conductual sobre la testosterona es, en todo caso, muy inconsistente. E incluso contradictoria. Pese a que se asocian altos niveles de esta hormona sexual con la violencia, un estudio suizo desmiente la creencia popular de que la testosterona genere agresividad o egocentrismo en los hombres: sus efectos podrían estar solo en la mente.
Según el trabajo, de la Universidad de Zúrich (Suiza), y publicado en Nature, la testosterona "induce al comportamiento antisocial en los seres humanos, pero más a causa de nuestros propios prejuicios sobre sus efectos que a causa de un actividad biológica real". Por el contrario, el equipo señala que "la testosterona incrementa la capacidad de discernir con equidad y con justicia".
Para llegar a esta conclusión, los investigadores dividieron a 120 sujetos en dos grupos: a uno se le suministraba una dosis de testosterona de 0,5 miligramos y al resto un placebo. Al someterlos a un experimento de comportamiento en el que debían negociar con ciertas sumas de dinero, observaron que aquellas que recibieron testosterona se comportaban generalmente de manera más equilibrada, tenían menos conflictos y se desenvolvían mejor en un ambiente social.
Los efectos relacionados con la testosterona podrían ser resultado de la sugestión: los sujetos que pensaban que se habían incrementado los niveles de testosterona en su organismo aunque no fuera cierto, mostraron un comportamiento más conflictivo que aquellos que creían que habían ingerido el placebo. ¿Y si se trata solo de un mito que rodea a esta hormona?
Tampoco reduce las erecciones
Según otro trabajo, llevado a cabo en más de 1700 hombres, de hasta 70 años de edad, con una prueba al principio del estudio, y otra tras transcurrir 2 años, se encontraba evidencia de que no había relación entre las erecciones y la testosterona. En ambas pruebas, se les formuló una serie de preguntas como: “¿Con qué frecuencia eyaculáis durante la actividad sexual?” (incluyéndose la masturbación entre las consideraciones) o “¿Cuántas ganas de practicar el sexo tenéis en comparación con vuestro yo a los 50 años?” Al mismo tiempo, se midieron los niveles de testosterona y otras hormonas en sangre al comienzo y final del muestreo.
Los investigadores encontraron que una disminución en los niveles de testosterona, aun siendo del 10%, se relacionaba con una disminución en la actividad sexual y el deseo, pero no con un menor número de erecciones. Otros expertos, sin embargo, relacionan que esa disminución del deseo y la actividad tiene más que ver con la edad que con la falta de testosterona.
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