Lluvias más intensas pero más sequías: ¿Cómo se explica esta peligrosa paradoja del cambio climático?

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Los suministros de agua se están reduciendo aunque el cambio climático está generando lluvias más intensas. Esta paradoja es la conclusión de un exhaustivo análisis global sobre precipitaciones y ríos realizado por la Universidad de Nueva Gales del Sur (Sydney, Australia). Los autores afirman que el culpable es la creciente sequedad de los suelos, y prevén que las condiciones de sequía se conviertan en la nueva normalidad, especialmente en regiones que ya están secas.

El estudio se basó en datos reales de 43.000 observatorios meteorológicos y 5.300 sitios de monitoreo de ríos en 160 países, en lugar de basar sus hallazgos en simulaciones modelo de un clima futuro, que pueden ser inciertas y en ocasiones cuestionables. "Esperábamos que aumentara la lluvia, ya que el aire más caliente almacena más humedad, y eso es lo que también pronosticaron los modelos climáticos. Lo que no esperábamos es que, a pesar de toda la lluvia extra en todo el mundo, los grandes ríos se estén secando", explican. 

La situación es dramática: por cada 100 gotas de lluvia que caen en tierra, solo 36 gotas son los que los autores califican como agua azul, la lluvia que acaba llegando a lagos, ríos y acuíferos, y extraída para las necesidades humanas. Los dos tercios restantes de la lluvia se retienen como humedad del suelo, conocida como agua verde, utilizada por el paisaje y el ecosistema. 

Los investigadores consideran que la causa es el proceso de sequedad de los suelos en nuestras cuencas: cuando la tierra estaba húmeda antes de una tormenta, se favorecía que el exceso de lluvia llegase hacia los ríos, ahora como están más secos y absorben más lluvia, la cantidad de agua en forma de flujo es menor. Como las temperaturas más cálidas hacen que se evapore más agua de los suelos, estos absorben más lluvia, dejando menos líquido para consumo humano.

Tierra seca e inundaciones

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"Menos agua en nuestros ríos significa menos agua para las ciudades y las granjas. Y los suelos más secos significan que los agricultores necesitan más agua para cultivar los mismos cultivos. Peor aún, este patrón se repite en todo el mundo, asumiendo proporciones serias en lugares que ya estaban secos. Es extremadamente preocupante", añaden los científicos. 

Pero además, la tragedia es doble: "Menos agua está terminando donde podemos almacenarla para su uso posterior. Pero al mismo tiempo, más lluvia está superando los sistemas de drenaje en pueblos y ciudades, lo que lleva a más inundaciones urbanas", concluyen. 

En el Desierto de Atacama, en Chile, las lluvias anómalas tampoco se agradecen: suponen una maldición mortal que acaba con vida que no pedía esa cantidad de agua. Se cree que el núcleo de este desierto, el más seco y antiguo de la Tierra, ha permanecido en un estado hiperárido permanentemente durante unos 15 millones de años, y no hay registros de que haya visto ninguna lluvia significativa en los últimos 500. 

Beatriz de Vera

Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma

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