La historia del Imperio Inca podría ser estudiada gracias a un ácaro que se alimentaba de heces de llama

Wikimedia Commons
Los arqueólogos utilizan diversas herramientas para estudiar el pasado: objetos, piedras y seres que en algún momento estuvieron vivos. Uno los seres más usados es un tipo de espora que ayuda a rastrear condiciones ambientales del pasado. Sin embargo, debido a que este hongo también presenta sus propias complicaciones, un grupo de investigadores británicos ha encontrado una nueva forma: ácaros que se alimentan de las heces de las llamas.
De acuerdo a su estudio publicado en el Journal of Archeological Science, los ácaros oribátidos que comían las heces de estas criaturas siguen de cerca los principales acontecimientos históricos a través del crecimiento de su población, incluido el auge y la caída del Imperio Inca.
Una vieja laguna
Según reporta Science, los investigadores descubrieron estos ácaros en un lago llamado Marcacocha, cerca de la ciudad inca de Ollantaytambo. Aunque ahora es un humedal, hace 200 años, era una pequeña charca rodeada de pastizales y una parada popular para las caravanas de llamas incas.
Miles de llamas que transportaban productos, como sal y hojas de coca, marcharon a través de la cuenca, bebieron del lago y defecaron en masa. Ese estiércol fue luego consumido por los ácaros, que al morir se hundieron en el lodo del lago. Mientras más llamas pasaran por Marcacocha, más heces habría para los ácaros y más crecería su población.
Dos siglos después, los restos de estos ácaros seguían ahí y pudieron ser estudiados por Alex Chepstow-Lusty, un paleoecólogo de la Universidad de Sussex en Brighton, Reino Unido. Chepstow-Lusty sacó un núcleo de sedimento y cuando contó el número de ácaros en cada capa del núcleo, descubrió que su población creció cuando el Imperio incaico dominó los Andes desde 1438 E.C de 1533 E.C.
Las evidencias
Sin embargo, después de la llegada de los españoles, el número de ácaros en el núcleo se desplomó. Eso es porque muchos de los pueblos indígenas y sus animales murieron durante y después de la conquista del imperio, dice Chepstow-Lusty. Aunque la población de ácaros volvió a aumentar una vez que las vacas y los cerdos europeos se mudaron y comenzaron a hacer caca alrededor del lago, se redujo alrededor de 1720 C.E., cuando una epidemia de viruela barrió el área.
Ahora, el investigador espera que otros investigadores comiencen a contar los ácaros oribátidos en sus núcleos de sedimentos, con la esperanza de averiguar cuándo y dónde pueden ofrecer información precisa más allá de Marcacocha. "Nunca sabes lo que vas a encontrar en los lodos de tu lago", dice. Todos los microorganismos, incluso aquellos que comen caca, merecen una mirada más cercana.
Victor Román
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