La resistencia a los antibióticos llegó al Ártico

David Graham, Universidad de Newcastle
Los genes resistentes a los antibióticos (ARG, por sus siglas en inglés), que se detectaron por primera vez en la India urbana, se han encontrado ahora a 8.000 millas de distancia en uno de los últimos lugares "prístinos" de la tierra: el Ártico. De ello dio cuenta un reciente estudio publicado en Enviromental International.
Las muestras de suelo tomadas en la región de Kongsfjorden de Svalbard ahora han confirmado la propagación de blaNDM-1 en el Alto Ártico, un ARG que originalmente se encontraba en entornos clínicos del país asiático, y que proporciona resistencia a múltiples fármacos (MDR) en microorganismos.
El equipo de investigación indica que los ARG probablemente se propagaron en la materia fecal de las aves y otros animales salvajes, así como de los visitantes humanos a la zona. Las regiones polares se encuentran entre los presuntos ecosistemas prístinos en la Tierra, pero “tres años después de la primera detección del gen blaNDM-1 en las aguas superficiales de la India urbana, los encontramos a miles de kilómetros de distancia en un área donde ha habido un impacto humano mínimo”, lamenta David Graham, ingeniero ambiental de la Universidad de Newcastle que ha pasado 15 años estudiando la transmisión ambiental de la resistencia a los antibióticos en todo el mundo.
Preocupación creciente
El aumento de la resistencia a los antibióticos es una crisis de salud mundial. Un ejemplo es el NDM-1, que es una proteína que puede conferir resistencia en un rango de bacterias. El NDM-1 se identificó por primera vez en Nueva Delhi y fue codificado por el gen resistente blaNDM-1. "La intrusión en áreas como el Ártico refuerza la rapidez y el alcance de la propagación de la resistencia a los antibióticos, lo que confirma que las soluciones para la RA deben verse en términos globales y no solo locales", afirma el investigador.
Actualmente hay pocos antibióticos para combatir las bacterias que son resistentes a los carbapenems, todavía una clase de antibióticos de último recurso, y la diseminación mundial de blaNDM-1 y ARG relacionados es una preocupación. "Lo que los humanos han hecho a través del uso excesivo de antibióticos en escalas globales es acelerar el ritmo de la evolución, creando un nuevo mundo de cepas resistentes que nunca existieron antes", explica Graham.
"A través del uso excesivo de antibióticos, liberaciones fecales y contaminación del agua potable, hemos acelerado en consecuencia la velocidad a la que podrían evolucionar las superbacterias. Por ejemplo, cuando se desarrolla un nuevo medicamento, las bacterias naturales pueden adaptarse rápidamente y volverse resistentes; por lo tanto, muy pocos medicamentos nuevos están en trámite porque simplemente no es rentable hacerlos", concluye.
Otro trabajo, de científicos estadounidenses y canadienses demostró que la resistencia de las bacterias a los antibióticos aumenta con el incremento de la temperatura del aire. Una diferencia de 10 grados conduce a un aumento en la resistencia de las bacterias más comunes a las drogas en un 2%-4%. Otro factor importante que puede ser la causa de una mayor resistencia de los patógenos es el aumento en la densidad de la población.
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