San Valentín: cinco razones que explican por qué ya no tienes tanto sexo

Steve Carell en "Virgen a los 40" / Captura de pantalla

Quién iba a pensar que en una sociedad donde la palabra tabú ya no está ligada al sexo, este se practique menos. Según un estudio publicado en Archives of Sexual Behavior, la frecuencia sexual ha disminuido tanto en las parejas casadas (o convivientes) como en los jóvenes millennials, quienes son menos proclives a tener sexo que los jóvenes adultos de hace 30 años.

Para los investigadores, los resultados arrojados pueden tener dos factores fundamentales: el aumento de personas solteras y la disminución del deseo sexual entre las parejas. Sin embargo, estas no son las únicas razones y aquí te explicamos cinco.

1. Más solteros

Las personas casadas tienen más sexo que las solteras de la misma edad, ya que los que conviven tienen a su lado a alguien dispuesto a tener relaciones sexuales casi en cualquier momento. Por otro lado, para los solteros no funciona del mismo modo y puede ser más difícil tener sexo.

Por ello, Jean M. Twenge, autor principal del estudio y profesor de psicología en la Universidad Estatal de San Diego, afirma que la ausencia de matrimonio es una de las causas de la disminución de la frecuencia sexual. Además, explicó para la revista Time que cuando se es joven y se tiene mayores deseos sexuales es poco probable tener sexo, ya que no se vive con la pareja.

2. Porno, porno y más porno


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Un estudio publicado en National Library of Medicine, afirma que la adicción a la pornografía encaja con la dependencia a Internet y comparte mecanismos similares con la drogadicción. Dicha investigación fue publicada en 2015, con el fin de revisar y actualizar la bibliografía sobre la adicción a la pornografía.

Algunas actividades de Internet dan una estimulación sin fin que activa el sistema de recompensa natural, pero a niveles tan altos que los cerebros manifiestan cambios relacionados con la adicción. Los neurocientíficos consideran que ver pornografía puede condicionar los circuitos de activación del cerebro, generando que solo sea excitante lo que se ve en la computadora y no en la realidad.

3. Mujer = Hombre


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En 2012, un estudio revelador de American Sociológical Review mostró que la igualdad entre hombres y mujeres hacía que las personas vean al de otro género menos atractivo.

Luego de analizar la frecuencia sexual y el tipo de tareas distribuidas, se encontró que "los hogares en los que los hombres realizan más trabajo tradicionalmente masculino y las mujeres más trabajo femenino, reportan una mayor frecuencia sexual".

Ello nos demostraría que los estereotipos de géneros aportan a la química sexual de las parejas. Por tanto, mientras más se parezcan hombres y mujeres en tanto tareas desempeñen, menos interés se tendrán el uno al otro.

4. Depresión


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La depresión ha atacado a más de 300 millones de personas alrededor del mundo según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para combatirla, muchos psiquiatras recetan medicamentos que pueden disminuir de manera considerable el deseo sexual.

Un catálogo de la OMS sobre la administración de fármacos para combatir la depresión advierte que estos tienen diversos efectos secundarios. Entre ellos encontramos la agitación, el temblor, los mareos, el insomnio, las náuseas, la diarrea, la cefalea, la hiponatremia, la pérdida de peso y, por supuesto, los problemas sexuales.

5. Un mañanero


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Se ha hecho común asociar al sexo con la noche, pero muchas veces el agotamiento del día hace que al tocar la cama lo únicos deseos que broten sean los de dormir. La solución para evitar la recesión sería el sexo matutino.

Cuando las mujeres despiertan, sus niveles de melatonina (la hormona del sueño) son muy altos, lo cual hace que se sientan adormecidas y cansadas. En los varones es diferente, ellos amanecen con las hormonas sexuales elevadas y su momento ideal para tener sexo sería entre las 6 y 9 am. Además, los expertos dicen que el sexo mañanero tiene diversos beneficios. como reducir el estrés al inhibir las respuestas de ansiedad en el cerebro, entre otros más.
 

Adrian Díaz
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma

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