Lo que no sabías sobre la conquista hispana de América del Norte lo aprenderás con esta ‘joya’ cartográfica [MAPAS]

En las escuelas, al menos las latinoamericanas, aprendimos bien de las aventuras de Colón. De la Niña, la Pinta, y la Santa María. Del desembarco en La Española. De las idas y venidas de nuevos aventureros al Nuevo Mundo, y de las cuantiosas fortunas que llevaban como pago a la corona que los financiaba.
Aunque por razones obvias, la enseñanza se fue centrando en los episodios históricos más aledaños a nuestros propios países. Aprendimos, por ejemplo, cómo los tres socios de la Conquista, Pizarro, Almagro y el clérigo De Luque, en 1524, empezaron una serie de viajes de aventureros que acabaron poniéndolos al frente de un nuevo territorio, que devendría en pocos años en el Virreinato del Perú. Lo propio pasó con las otras gobernaciones entre los siglos XVI y XIX, hasta que aparecieron las corrientes independentistas criollas con personajes como Bolívar, San Martín o Sucre.
La monarquía hispánica, beneficiaria de esta colonización, dejó su sello indiscutible: hoy la mayoría de los países latinoamericanos, de México hacia abajo, tienen impregnada la cultura hispánica luego de casi 300 años de dominio político, territorial y cultural de la Corona. Tiempos en que se produjo la mezcla de razas, culturas, y aparición de sincretismos en los que, aún sin perder fortaleza los rasgos indígenas, la penetración hispánica es potente.
Por otro lado, lo que no aprendimos tanto fue cómo los españoles poblaron América del Norte (salvo lo que los mexicanos aprendieron de la historia de su propio país), donde más bien, a pesar de llegar a ser el imperio más grande territorialmente hablando de toda la historia mundial, se topó con las ambiciones de otros mastodones europeos, empezando por el Imperio Británico.
Pese a todo, la ocupación hispana llegó, y dejó huella, en territorios actuales del sur estadounidense (que en su momento fueron de México) y aunque no lo creas, también llegaron a territorios gélidos como Alaska, donde disputaron territorio hasta con los propios rusos.
Todo esto lo podemos ver en una mirada detallada en un maravilloso mapa histórico que publicó hace algunos días Nagihuin en Wikipedia.
La imagen, que cubre cinco siglos de exploración y conquista colonial, muestra las rutas comerciales, militares y marítimas que los españoles realizaron por todo el territorio norteamericano, desde Ciudad de México, una de sus grandes capitales en el Nuevo Mundo, hasta rincones polares como Alaska.
Es, sin duda, una joya cartográfica que ayuda a comprender por qué América del Norte también tiene un sello hispánico entre líneas, que yace en nombres de ciudades, arquitectura monumentos y cultura algo opacada por la influencia británica, irlandesa o francesa.
Dos Américas del Norte Hispanas
El mapa divide América del Norte en dos colores: la América reclamada y controlada por la Monarquía Hispánica bajo la Casa de Austria (en verde claro), y por otro la América gestionada y gobernada desde los virreinatos borbónicos (en azul oscuro). La distinción da nociones de cómo los Habsburgo se dispusieron sobre el territorio, y cómo lo hicieron los Borbones. Algunos rincones son solo reivindicados por los primeros, mientras que otros son claramente dominados por los segundos.
La América del Norte, hoy principalmente anglosajona (pese a que el hispanismo esté resurgiendo hoy de distinta forma), tuvo una ebullición española especialmente en la parte más sureña de su territorio. El mapa evidencia cómo Ciudad de México, era la naciente de dos vías principales hacia el norte: el camino Santa Fé, pasando por Albuquerque, y la otra que iba a San Antonio, en Texas.
El territorio de Nutka
Un caso interesante en la imagen (una caja de pandora casi ilimitada de datos y lugares) es la presencia del territorio de Nutka, en azul claro. San Lorenzo de Nutca comprendía las islas de Nutca, Quadra y Vancouver, Flores y otras del Estrecho de Georgia, así como la totalidad del actual Lower Mainland, en Columbia Británica y la mitad sur de esta provincia canadiense; así como gran parte de los estados de Washington, Oregón, Idaho y Montana en los Estados Unidos. Fue gobernado desde la Ciudad de México de 1789 a 1795, fechas en la que formó parte del Virreinato de Nueva España.
Los españoles al mando de Esteban José Martínez construyeron el Fuerte de San Miguel en la bahía de Nutca, actual isla de Vancouver, con el fin de defender esta posesión. El fuerte fue ocupado por la Compañía de Voluntarios Catalanes desde 1791 a 1795, año en el que fue abandonado.
Las Convenciones de Nutka de 1790, 1792 y 1793, resolvieron las diferencias con el Reino Unido devolviéndole la posesión de sus instalaciones en el territorio, quedando liberado su acceso al mismo y sin definir la pertenencia a ningún estado, ya que España y el Reino Unido podían establecerse en la zona. Posteriormente, el comienzo de las guerras napoleónicas en Europa distrajeron los esfuerzos colonizadores. Finalmente, EE.UU. adquirió los derechos españoles, dando inicio a lo que en el futuro sería el límite entre EE.UU. y Canadá.
Españoles en Alaska
Otro caso emocionante al que nos remontan las referencias es la presencia de españoles en Alaska. Los derechos territoriales españoles sobre Alaska y la costa oeste de América del Norte databan de la bula papal de 1493 y del Tratado de Tordesillas, que asignaron a España todo el territorio de América tras su descubrimiento en 1492. En 1513, los derechos españoles se reforzaron cuando Vasco Núñez de Balboa cruzó el istmo de Panamá y descubrió el océano Pacífico, tomando posesión de todas las tierras bañadas por ese océano para la Corona de España. Sin embargo, la colonización española del territorio al norte de México no comenzó hasta el siglo XVIII, cuando se fundaron misiones y asentamientos en la costa norte de Las Californias.
A partir del siglo XVIII, algunos comerciantes de pieles británicos y rusos se adentraron en territorios españoles, incorporados a la Corona según los actos de soberanía de la época. El rey Carlos III de España y posteriormente sus sucesores, enviaron una serie de expediciones a las costas de las actuales Canadá y Alaska, entre 1774 y 1793, para defender los derechos españoles y contener la colonización ilegal de británicos y rusos. En aquella época de la historia, el primer avistamiento o descubrimiento de un territorio, con sus correspondientes actos de soberanía, daban titularidad a una nación sobre un territorio, o legitimidad para reclamarlo como propio ante otras naciones. Posteriormente, España se retiró de la zona y negoció los derechos en favor de Estados Unidos.
El lugar más frío y lejano
En marzo de 1788, fueron enviados al norte dos barcos desde San Blas para investigar la actividad de los rusos. Esteban José Martínez, en el Princesa, estaba al mando de la expedición, acompañado por el San Carlos a las órdenes de Gonzalo López de Haro, con José María Narváez como piloto. Los barcos pasaron Prince William Sound; luego Haro alcanzó la isla de Kodiak y supo por los indígenas que había un puesto ruso cerca.9
El 30 de junio de 1788, Haro envió a Narváez en un bote a buscar el puesto ruso en Three Saints Bay. Narváez encontró el puesto, convirtiéndose en el primer español en entrar en contacto con un gran contingente de rusos en Alaska. Narváez se reunió con el comandante ruso, Evstrat Delarov y le llevó de regreso al San Carlos para que se entrevistase con Haro; luego lo devolvió a su puesto de avanzada. Delarov dio a Narváez un mapa ruso de la costa de Alaska y le indicó la ubicación de los siete puestos rusos que tenían ya cerca de 500 hombres. Delarov también le dijo a Narváez que los rusos querían ocupar el Nootka Sound, en la costa oeste de isla de Vancouver.
Encontrarás estos y muchos otros pasajes de la ocupación española en territorio norteamericano. Por su puesto, siempre y cuando tu pasión por la historia consiga detenerte y sumergirte en este bello caos de datos y referencias.
Ulises Lima
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.
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