Chemsex: la práctica que mezcla drogas y sexo que preocupa a las autoridades de Argentina

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Nació a finales de los 90 en los Estados Unidos, llegó a Europa y ahora comienza a preocupar a las autoridades de salud pública latinoamericanos: el chemsex, la práctica de consumir drogas sintéticas y tener largas sesiones de relaciones sexuales, a menudo sin la protección adecuada para prevenir enfermedades de transmisión sexual.
De acuerdo Florencia Cunzolo del diario argentino Clarín, el chemsex (sexo químico) fue uno de los temas principales en el reciente Simposio Científico de Fundación Huésped, en Buenos Aires. “Hay que interesarse mucho en esto porque es un tema social que está matando a los jóvenes de manera muy rápida”, dijo Vincent Pelletier, director general de Coalition Plus (una red internacional de más de 100 organizaciones contra el sida y la hepatitis).
Drogas, sexo… y riesgos
El especialista comentó que las drogas más usadas son la metanfetamina, el GHB, las catinonas (especialmente la mefedrona, la cual produce muchos muertos en Europa central) y el SLAM, la cual al ser inyectable, aumenta el riesgo de contraer enfermedades. Estas sustancias producen euforia, desinhibición, aumentan la excitación sexual, la intensidad y la duración del encuentro. “El deseo sexual es tan fuerte que se hacen cosas que no se harían nunca si no estuviera bajo sus efectos”, dice Pelletier.
Además de los obvios riesgos relacionados al consumo de drogas, hay otro aspecto al que Pelletier le pone énfasis: el de la salud sexual. Al menos en Europa ha habido una nueva ola de infecciones de VIH, especialmente en hombres que tienen sexo con hombres. La práctica del chemsex es más frecuente en este grupo que en la población general.
Lejos de tener una mirada condenatoria o conservadora, el director de Coalition Plus resalta la importancia del hablar del tema. Es preferible arriesgarse a herir susceptibilidades e informar al público a no tocar el tema y dejar que los daños ocurran. “Es una práctica muy común. Tenemos que verla, saber que existe”, explica.
Argentina
De acuerdo al infectólogo Diego Salusso, la práctica aun no se ha estudiado en Argentina y probablemente no tenga el mismo impacto que en Europa, “pero podría tenerlo en un futuro: los jóvenes van cambiando, el uso de drogas es dinámico, es algo a lo que habría que prestar atención y estudiar más”, explica.
De la misma opinión es Silvia Cortese, médica del servicio de Toxicología del Hospital Fernández. “No es todavía un problema de salud pública”, dice. “Acá es mucho más fuerte la presencia de cocaína. El uso de catinonas y de anfetaminas de diseño se da en contextos muy reducidos”, añade la especialista.
Salusso sabe de que habla, el año pasado lideró una investigación basada en una encuesta anónima respondida por casi 3.000 personas (casi un 70% mujeres y un 30% hombres, con diferentes orientaciones sexuales). Sólo el 13,4% había escuchado alguna vez el término chemsex y un porcentaje similar había ido alguna vez a algún lugar de encuentro sexual casual.
No obstante, casi 4 de cada 10 admitieron utilizar drogas durante las relaciones sexuales: casi el 80% tenían entre 19 y 35 años, el 28,8% eran hombres homosexuales, el 22% mujeres bisexuales, el 15,2% mujeres homosexuales, el 13,4% hombres heterosexuales y el 8,5% mujeres heterosexuales.
Aun con esta data, los especialistas concuerdan en que se deben realizar más estudios para identificar los grupos en mayor riesgo, conocer qué sustancias se están usando, cuál es la vía de uso y qué problemas de salud tienen asociados.
Finalmente, Pelletier recomienda tratar el tema sin prejuicios: romper el aislamiento de quienes participan en chemsex (a través de grupos de conversación y de una línea directa) y darles información sobre riesgos, material sobre buenas prácticas y una oferta de salud adaptada para evitar infecciones. Además de un cambio de leyes que no penalice el consumo de drogas.
Victor Román
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.
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