Los humanos tenemos músculos de reptil cuando aún somos embriones

Rui Diogo, Natalia Siomava and Yorick Gitton

Científicos estadounidenses han creado un modelo tridimensional de los miembros en desarrollo del embrión humano y han descubierto músculos previamente no detectados: atavismos que se han conservado en el desarrollo embrionario desde la época de los tetrápodos ancestrales. El estudio fue publicado en la revista Development.  

La mayor parte del conocimiento sobre el desarrollo de las partes del cuerpo en humanos, que ahora tenemos, se obtuvo a principios del siglo XX. Luego, los anatomistas examinaron a los bebés prematuros y nacidos muertos, construyeron modelos de cera de sus partes del cuerpo y estudiaron secciones histológicas de tejidos.

Las tecnologías modernas nos permiten considerar la estructura de los embriones con más detalle. En 2017, los científicos franceses crearon un modelo tridimensional para el desarrollo de un embrión humano en el primer trimestre del embarazo. Para hacer esto, tiñeron 36 cuerpos embrionarios con 70 anticuerpos diferentes, lo que les ayudó a restaurar la ubicación de los vasos sanguíneos, nervios y músculos.

Remanentes de nuestros ancestros

Ahora, Rui Diogo, del Colegio de Medicina de la Universidad de Howard, y sus colegas utilizaron estos datos para proporcionar una descripción nueva y más detallada del desarrollo de las extremidades en embriones humanos. En el proceso, confirmaron que tienen músculos atávicos en sus brazos y piernas, que los adultos no tienen, pero están, por ejemplo, en reptiles.

Por ejemplo, los investigadores descubrieron por primera vez un músculo en las piernas de un embrión que contrasta con el dedo meñique de la mano. Éste persistió en embriones hasta las 11.5 semanas de desarrollo. Esto es inusualmente largo para el atavismo: en comparación, una cola visualmente distinguible desaparece en el embrión humano aproximadamente a la octava semana.

La mayoría de los músculos atávicos desaparecen en el momento del nacimiento sin dejar rastro o se fusionan con otros músculos. Pero ocasionalmente se pueden encontrar en adultos, por ejemplo, en portadores de 13, 18 o 21 cromosomas adicionales. Los atavismos per se no afectan la vida de una persona, al menos en comparación con otras patologías que trae consigo un cromosoma adicional. Sin embargo, el hecho de su presencia permitió a los autores sugerir que tales anomalías congénitas pueden estar asociadas con un alto o retraso en el desarrollo embrionario.

Los investigadores compararon el orden de aparición y desaparición de los músculos en las extremidades superiores e inferiores de una persona. Descubrieron que algunos músculos, que son similares entre sí en estructura y función, se forman en diferentes momentos. Por ejemplo, el músculo vermiforme de la mano, que dobla las falanges de los dedos desde el índice hasta el dedo meñique, se diferencia antes que los vecinos, y el músculo similar en el pie dura cuando todos los demás músculos ya se han formado.

Con base en sus observaciones, los autores concluyen que la similitud entre los músculos de las extremidades puede ser secundaria, e inicialmente su estructura y desarrollo diferían significativamente.

Comparando con otras especies

Finalmente, los científicos compararon el desarrollo de las extremidades humanas con el desarrollo de otros animales de cuatro patas. Descubrieron que el orden de diferenciación de los músculos dentro de la extremidad no siempre coincide con su apariencia en la evolución. Por ejemplo, entre los flexores del pie, el músculo plantar se desarrolla en último lugar, aunque surgió antes que otros músculos.

En el siglo XIX, se creía que el desarrollo embrionario reproducía completamente el proceso evolutivo. A fines del siglo XX, se demostró repetidamente que esto no es así en todos los casos, pero muchos investigadores continúan buscando paralelismos entre el desarrollo y la evolución. Utilizando las extremidades de los embriones humanos como ejemplo, los investigadores han demostrado una vez más que no existen paralelos estrictos entre ellos.

Los científicos de vez en cuando encuentran nuevos órganos en el cuerpo de los humanos y otros mamíferos, aunque generalmente no se parecen en nada a los órganos en el sentido habitual de la palabra, sino que se parecen a formaciones dentro de los tejidos. Por ejemplo, en 2018, se descubrió una nueva estructura para el transporte de líquidos en el tejido conectivo.

 

Victor Román
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.

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