El aumento atmosférico de CO2 perjudicará nuestra dieta

Foto: Sofia Dottori Fontanarrosa. Campos de arroz - Kampot, Camboya.
El CO2 es el gas de efecto invernadero por excelencia capaz de absorber la radiación infrarroja reflejada por la superficie de la Tierra. A lo largo de la historia geológica de nuestro planeta han sucedido notables variaciones en las concentraciones de CO2 (desde 7000 ppm hace aproximadamente 500 ma a 180 ppm hace 2 ma), pero sí es la primera vez que una especie animal se convierte en su principal factor de emisión. Esto, a su vez, resulta siendo en perjuicio de la propia especie: los alimentos que crecen en estas condiciones tienden a disminuir su calidad nutricional.
En la batalla contra el calentamiento global se han de unir todas las fuerzas y recursos naturales capaces de compensar los estragos producidos por la actividad antropogénica. El bosque boreal, el humedal y el bosque tropical son algunos de los soldados esenciales en primera línea. Estos ecosistemas terrestres auspician de sumideros invaluables, es decir, retiran de la atmósfera los GEI (gases de efecto invernadero) a través de su actividad fotosintética. De esta manera, inmóviles pero proactivos, han disparado la dinámica en toda la biosfera al configurar la composición atmosférica durante millones de años. Conocer la respuesta del funcionamiento de esta maquinaria verde frente a un escenario de cambio climático es la clave que persigue la comunidad científica.
Bajo esta pesquisa surgieron los experimentos FACE (Free Air Carbon Dioxide Enrichment). El ensayo consiste en someter a la vegetación a concentraciones elevadas de CO2 (400 - 700 ppm) durante un tiempo prolongado, con el objetivo de conocer la respuesta fotosintética de las especies y su consiguiente tasa de crecimiento. Para ello se definen parcelas de estudio circulares, no superior a 30 metros de diámetro, delimitadas por pipas verticales de una altura superior a la copa de los árboles. Estas columnas son las encargadas de suministrar el gas traza, simulando así las condiciones atmosféricas del escenario climático previsto para el 2050.
La pachamama se desempacha
Los resultados indicaron que ante una abundante disponibilidad de CO2, la fotosíntesis neta de la vegetación aumentaría entre un 19% y 46%, menos que lo esperado. Esto sucede debido a un fenómeno llamado “aclimatación fotosintética”: la planta genera una sobreproducción de almidón (carbohidratos), mayor de la que es capaz de consumir. Se ralentiza entonces el Ciclo de Calvin - Benson.
En cuanto al crecimiento, la fotosíntesis lleva aparejado un aumento de la biomasa (entre un 17 y 30% - también menos que el teórico esperado), pero luego de un tiempo, el crecimiento se detiene. La biomasa alcanza su límite. Por otra parte, se registra un aumento en la resistencia estomática: las plantas cierran sus estomas para perder menos agua por transpiración, y eso aumenta en 1,5ºC la temperatura foliar. Dada la insuficiente transpiración, se detiene el flujo natural de nutrientes en dirección vertical desde la raíz al resto del organismo. La consecuencia directa es una caída notable en la concentración de minerales y una disminución en el contenido proteico de las semillas (entre el 4 y 15%).
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