El ojo de la tormenta estaba en Brasil, el país con mayor porción de selva amazónica, y sobre su presidente, Jair Bolsonaro. El controvertido Jefe de Estado, no contento con anunciar medidas anacrónicas (por ej. indemnizar con fondos ambientales a terratenientes expropiados precisamente para cuidar las reservas), dijo también que la culpa de los incendios la tenían “los indios” o “los marcianos”.

En Brasil, la economía es más que la Amazonía

La historia de la depredación amazónica en Brasil empezó 500 años antes de Bolsonaro, lo que da una señal lúgubre de qué tan ágil puede ser nuestra reacción a la barbarie